lunes, 31 de mayo de 2004

Un pueblo de la vecina provincia de Ourense pide ser de Zamora

Quejas de una localidad semiabandonada en la vecina provincia de Ourense que podrian ser de nuestra comarca ¿No creeis?



SANABRIA-LA CARBALLEDA: El pueblo orensano de Pradorramisquedo solicita integrarse en la provincia de Zamora

J. A. García

Pradorramisquedo.- Los habitantes del pequeño pueblo orensado de Pradorramisquedo, emplazado en la vertiente recorrida por el cauce del río Bibey y de la carretera que une Porto con la grandes vías de la autovía A-52 y la N-525, persisten en su empeño por integrarse a la provincia de Zamora. El cambio de aires, apuntan, es la mejor solución para desterrar un sempiterno alejamiento y una marginación social que, una y otra vez, atiza las críticas hacia las instituciones gallegas.
No es nuevo el deseo de los moradores de desligarse del ayuntamiento gallego de Viana del Bollo. «Ya lo hemos intentado por dos veces pero no hemos conseguido nuestro propósito. Nos es casi igual integrarnos en Porto que en Pías, aunque hay una preferencia por Porto porque es una localidad que dispone de comercios y siempre que va uno al pueblo tiene la posibilidad de realizar algunas compras y de traer algo para casa» afirma resueltamente Amable Tamerón, de 82 años.
Las once personas que siguen animando la vida del pueblo estos días se cuentan pronto: Amable, Elisa, Teresa, Antonia, Rogelio, Juan José, Magdalena, Isabel, José, Rubén y Alvaro. Unos y otros reiteran que sufren de lleno las penurias y la falta de atención, prácticamente en todos los servicios básicos y esenciales propios de cualquier lugar habitado.
«El panadero no ha vuelto desde las Navidades. Venía el de Villavieja pero empezó a decir que había poca gente, que vendía tres barras y que no merecía la pena el recorrido. Así las cosas, algunos vecinos han vuelto a las andadas de antaño, a poner en marcha los hornos y a cocer pan. Los demás salimos cuando podemos salir, traemos una serie de panes y los metemos en el congelador». El adorado pan del día, pues, es un lujo en en las fechas del año que el núcleo aparece medio despoblado y, por tanto, las personas no cuentan con la suerte de tener a sus hijos y a disposición sus vehículos para acercarse hasta Porto, distante nueve kilómetros.
También desapareció de la escena el butanero, lo cual dejó a los vecinos en una situación más que chocante en una faena tan cotidiana y guisar y poder comer caliente. Este revés lo viene solucionando el butanero que atiende a la parroquia de Porto, al caerle al paso -a unos 400 metros de desvío- el recogido pueblo de Pradorramisquedo.
La telefonía móvil supone otra danza para todos los que tienen en sus manos un móvil. «Cuando vienen mis hijos hay algunos que cogen cobertura. Se suben a unas peñas y sí, pero lo normal es que no. Tienen que salir y buscar un sitio. Estamos incomunicados del todo ¡Pero del todo! Esto no es vida» afirma con cierto coraje Elisa López Alonso, de 63 años, con doce hijos, de los cuales viven once. Aún le brotan las lágrimas a los ojos cuando recuerda a la hija que perdió.
Hace dos o tres años «montamos el follón cuando abrieron tontamente la presa nos inundaron y no nos atendieron». Las aguas del embalse provocaron un gran acúmulo de material en la zona de Pradorramisquedo porque en este lugar la vegetación invade el curso del río Bibey y genera un panorama más que desagradable. Los vecinos reclaman a la Confederación Hidrográfica y a los responsables políticos que atiendan sus peticiones y limpien el curso del río para evitar semejantes cuadros.
«La sierra recoge mucha agua en invierno y se sale del cauce y de las márgenes del río» afirma Rogelio Blanco.
«Este año en marzo intentamos otra vez el pase para Zamora por cuestión de médicos» comenta uno de los vecinos.
Elisa López entra al caso para decir que «iba a mirarme dos veces al mes y ahora no puedo ir nada más que una porque no hay viaje. La última vez me levanté a las seis de la mañana y me miraron a las doce. ¿A usted le parece bien que esté aquí hasta estas horas sin desayunar? le pregunté al médico. Ya me daban mareos y todo. Si pudiera pasarme a Porto me pasaba porque, cojo un palito, y allí voy andando».
Una de las alegrías en el campo de las atenciones se las dan dos coches de Ponferrada que vienen los martes con los congelados. «Son los que nos dan algo de vida. Vienen los martes porque es el día fijado por el Ayuntamiento de Porto para la venta ambulante» precisan. También entona los ánimos el pescadero de fresco que viene los jueves desde El Pereiro. «Toda la vida ha venido el jueves». El sacerdote es otro servicio que sigue fiel a la cita «los sábados o los domingos». Al decir de Secundino Blanco, Teresa Carballo y Antonia Centeno, que charlas animadamente al abrigo de un edificio, «a la iglesia van prácticamente todos los que están».
La falta de medios de locomoción es un servicio que lamentan muy de veras los vecinos porque, para resolver los asuntos, se ven obligados a recurrir a taxistas y, en consecuencia, a importantes desembolsos.
En este sentido los habitantes hacen especial hincapié en lo costoso que resulta trasladarse hasta el Ayuntamiento de Viana para realizar las oportunas gestiones. «Un taxis me lleva 6.000 pesetas de las de antes para llevarme y otras 6.000 pesetas para traerme. No puede ser». Para evitar traslados, no les queda otro remedio que domiciliar los pagos de contribuciones, de luz y otros de esta naturaleza.
La tercera edad es el sector predominante, con no pocas personas septuagenarias y octogenarias, pero que aparecen llenas de vitalidad es estas fechas de plena atención a los huertos. Rubén y Álvaro son los dos únicos escolares que estudian en Viana. Los lunes recogidos por un taxi y reintegrados a la vida del pueblo los viernes.
La situación adquiere en invierno niveles extremados cuando la nieve aparece contundente y la población queda encerrada y a su propia supervivencia. Entonces deben tirar de los recursos propios como nunca. «Alguna vez, cuando vengan a este pueblo, estamos muertos» afirma con cierta sorna Secundino Blanco, sentado sobre en un tronco de madera. No obstante, en palabras de Juan José, «lo habitantes tenemos más alimentos de los que podemos comer porque matamos varios cerdos y no podemos con ellos a no ser que vengan los hijos a ayudarnos».
Para demostrar el abandono institucional que padecen hacen mención a la carretera que enlaza con el trazado de Porto. No llega a medio kilómetro -responsabilidad de la diputación de Orense- pero el trayecto aparece salpicado de un asfalto carcomido por el desgaste y no exento de baches que claman una urgente adecuación.
Rogelio Blanco critica la dejadez que sufre el pueblo y culpa de tal estado a los responsables políticos. Además, afirma que Pradorramisquedo aporta significados fondos económicos a las instituciones «no solo porque nosotros pagamos impuestos como cualquier ciudadano, sino porque hay un patrimonio hidroeléctrico en la zona».
Las calles del confinado pueblo van entonándose poco a poco. «El Ayuntamiento nos da el material y nosotros las vamos preparando a fuerza bruta».
Pradorramisquedo celebra con todo el brillo posible las fiestas patronales de San Sebastián, que ya han cambiado de fecha en varias ocasiones. «Primero las celebrábamos en junio, pero como eran las labores del campo las cambiamos para agosto, y ahora las celebramos el último domingo de julio» manifiesta Blanco.
También en los festejos sostienen los vecinos que el Ayuntamiento ejerce la marginación. «Los pocos jóvenes que hay en verano quieren divertirse con la fiesta, pero el Ayuntamiento apenas les da ayuda» comentan.
Pradorramisquedo ya no cuenta con la ganadería de hace años. «Quedan una veintena de vacas y han dejado de existir las ovejas y las cabras». Sin embargo, los vecinos siguen fieles en lo tocante a asistir a las ferias y a los mercados. Los veintiséis asisten a la feria de Porto; los trece y los veintiocho a la feria de Viana, y los veintinueve al mercado de La Vega. «Si los trece caen en domingo se pasa al lunes, y si los veintiocho caen en domingo se adelanta al veintisiete porque el veintinueve es en La Vega» detalla Rogelio, que junto con Juan José, recién levantado de la siesta, clama porque el pueblo de Pradorramisquedo sea más tenido en cuenta por la comunidad gallega.

El coche de línea sólo presta sus servicios dos días al mes
El coche de línea, que es otro servicio que los habitantes consideran esencial para atender las muchas necesidades burocráticas, sanitarias y propias de la vida, dejó de existir y fue preciso que los habitantes cantaran las cuarenta a los responsables municipales para que volviera a hacer el recorrido, pero sólamente lo hace dos o tres veces al mes, cuando hay feria en Viana, los trece y los veintiocho de cada mes; y en La Vega, los veintinueve. «Si la feria cae en sábado ya no podemos ir porque no están los bancos abiertos ni hay médico».
Tampoco están conformes los habitantes de Pradorramisquedo con el precio que pagan por el servicio al considerar que pagan más de lo que les debiera corresponder, a juzgar por lo que pagan, por ejemplo, los de Sever. «Que si la carretera es de Zamora» y otras excusas, el caso es que, según dicen, «cobran lo que quieren».

«Bienvenidos sean al municipio de Porto», afirma la Alcaldía
El alcalde del municipio de Porto, el popular Rogelio Carracedo, es consciente de la situación en que se hallan los vecinos de Pradorramisquedo. «Están olvidados de la mano de Dios y tienen muchos problemas», señaló. En cuanto a las pretensiones de los habitantes de integrarse en el municipio portexo afirma que «bienvenidos sean», sin embargo no encubre las imposibilidades a las que tienen que hacer frente para llevar adelante un paso tan inusual en el mundo de la territorialidad, no sólo por lo que supone el cambiar de municiopio sino también de cambiar de comunidad autónoma. Rogelio Carracedo Carracedo observa las reclamaciones de Pradorramisquedo «como la amenaza de unas gentes que quieren mejorar y conseguir más atenciones».
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