jueves, 26 de octubre de 2006

Fuertes precipitaciones en el noroeste zamorano

SANABRIA-LA CARBALLEDA (Fuertes precipitaciones en el noroeste zamorano)
«Esto parecía el fin del mundo»

Extraido de La Opinión de Zamora
Rihonor vivió una larga noche de tensión y miedo por la descarga del agua que dejó aislado al pueblo, inundó diez viviendas y obligó a evacuar a siete vecinos
IRENE GÓMEZ


El temporal de lluvia corta carreteras, inunda viviendas y provoca grandes crecidas en los ríos .

El agua se cebó con el fronterizo pueblo de Rihonor. Fue una noche larga y tensa, como no recordaban los octogenarios vecinos de este singular pueblo ayuntado con Portugal. La fuerza de las aguas les dejó aislados hasta que hacia las seis de la mañana conseguía entrar a duras penas una patrulla de la Guardia Civil sorteando las grandes balsas de agua en la carretera.

A sus 82 años, María Mozo Santos -conocida como María de Milín- no se había visto en otra igual. Como todos los vecinos del pueblo pasó la noche del martes al miércoles en vela. «Esto parecía el fin de mundo», relata ya de mañana cuando la lluvia había amainado, aunque sin despejar del todo. La tromba de agua -llovía sobre mojado porque son varios días sin parar- arrasó el molino del pueblo recién restaurado, dobló la barandilla del puente y la riada del Fontano arrastró troncos, ramas y todo lo encontraba en el camino. Las casas situadas al lado del río sufrieron los peores efectos porque el agua buscaba hueco donde podía y llegó a provocar inundaciones de más de un metro en algunas cuadras y bodegas. Hasta diez viviendas se vieron inundadas y siete vecinos se autoevacuaron en otras casas ante el temor de resultar atrapados por las aguas.

«Ha sido tan grande la sequía como ahora la abundancia de agua», contaba María Mozo, quien aguantó el chaparrón ¿sola?, «no, Dios estaba conmigo». La cercanía de los Santos ha retenido en el pueblo a algunas personas que pasada la festividad de los difuntos cierran la casa hasta bien entrada la primavera quedándose en el pueblo apenas una veintena de almas ya bien entradas en años. «Esto ha causado mucho, mucho destrozo. Esto es verlo para creerlo, con el ruido tan grande que hace el agua y luego el cielo que parecía que se iba a caer...», relata la señora. ¿Ha vivido alguna vez algo parecido?. «Nunca. Como no sea cuando reventó la presa...», comenta rememorando la tragedia de Ribadelago. Son las circunstancias extraordinarias las que devuelven el protagonismo a estos recónditos pueblos porque, de lo contrario, «no nos hacen ni caso, no vienen aquí más que para los votos», comenta la vecina, todavía temerosa de las aguas, más que de las brasas porque «al fin y al cabo el fuego se apagara, pero al agua ¿quién lo detiene?».


La copiosa lluvia inundó también los huertos destrozando verduras, repollos.. y arrancando árboles y llevándose por delante la leña ya recogida para el invierno. Se ha perdido parte de la cosecha porque «todavía no lo habíamos recogido», comenta una apenada Carmen Prieto. «¡Hay que ver lo que trabajamos en el campo y ahora nos pasa esto!». La mujer califica la noche del martes al miércoles como «muy cruel» y mantiene impregnado el recuerdo de los vecinos al otro lado del río. «No nos podíamos arrimar porque alguno se marchaba con el agua». Esa sensación tuvo María Prieto. «A poco que nos vamos todos río abajo», pensó cuando entre la noche descargaba como si de un diluvio se tratase. «No hemos dormido nada pensando que podría pasar cualquier cosa».


Hasta Porto se desplazó ayer el subdelegado del Gobierno, Carlos Hernández, que ayer visitó la comarca y pudo comprobar "in situ" los destrozos que provocó el agua. El responsable gubernamental explicó que durante todo el día se mantuvo la vigilancia especial sobre los ríos Tera y Esla, aunque a primera hora de la tarde se consideró que la situación estaba ya «controlada», ya que el nivel del Tera había descendido hasta dos metros en algunos puntos.
Hernández explicó que a partir de ahora se evaluarán los daños para tratar de habilitar algún tipo de ayuda para los afectados.

Ahora, las crecidas
Aunque las lluvias amainaron a lo largo del día de ayer, sin embargo no dejaba de caer agua y los vecinos ya miraban a la noche, temerosos de que se pudiera reproducir lo vivido del martes al miércoles en la comarca. No obstante las previsiones meteorológicas apuntan una mejora del tiempo y el alejamiento de la borrasca. Sin embargo los servicios de Protección Civil tienen puesta la mirada en los ríos, «que vienen muy cargados, con importantes crecidas en el Eria, Orbigo y Tera», según manifestó el jefe de Protección Civil de la Subdelegación del Gobierno, Santiago García Calles. En lo que respecta a la cuenca del Duero, las lluvias caídas en los últimos ochos días han incrementado un cinco por ciento el caudal del río, según apuntó ayer en Zamora el delegado del Gobierno, Miguel Alejo.

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