martes, 17 de octubre de 2006

Roban en un matadero de San Vitero, tras agredir al propietario y abandonarle en el maletero de su coche

Roban en un matadero de San Vitero, tras agredir al dueño y abandonarle en el maletero de su coche

Los asaltantes, probablemente zamoranos, iban encapuchados y conocían el interior de la instalación, lo que les facilitó la sustracción de jamones y embutidos
SUSANA ARIZAGA

Extraido de La Opinión de Zamora

La Guardia Civil sigue la pista de un grupo de unos siete hombres, probablemente vecinos de la provincia de Zamora, que la madrugada del viernes pasado asaltaron, encapuchados, uno de los mataderos de la localidad alistana de San Vitero para llevarse un número importante de kilos de jamones y embutidos. Hasta allí se había desplazado el dueño del negocio, alertado por la centralita que controla el sistema de seguridad, que hacia las 00.15 horas había comenzado a sonar.
Antes de huir, los delincuentes agredieron en varias ocasiones al propietario del negocio, le metieron en el maletero de su propio vehículo y le abandonaron. Afortunadamente, la víctima pudo salir hacia los asientos traseros, «forzándolos y abandonar el turismo por una ventanilla que los asaltantes habían roto», relata la esposa de la víctima.

Las descripciones de los ladrones no son muy precisas, puesto que todos ellos llevaban pasamontañas que cubrían sus rostros, según ha detallado la mujer, aún impresionada por el episodio que protagonizó su marido. Lo que es seguro es que «son de Zamora, por el acento» y que «alguno de ellos conocía el matadero», puesto que fueron al lugar exacto en el que estaban los productos para robarlos. «Ni sé decirte cuánto se han llevado, eso es lo de menos. Lo importante es que a él no le pasó nada», declaraba ayer la mujer a este diario con el susto todavía metido en el cuerpo. Su marido, que presenta diversas heridas por el cuerpo de los golpes recibidos, «no pudo ver nada porque todo sucedió fuera del matadero, en la calle y está oscuro».

El propietario del negocio cuando logró zafarse del grupo de delincuentes, se dirigió hacia el monte, «donde buscaba ocultarse para impedir que le vieran. Por allí fue hasta casa de un vecino para avisar de lo que estaba ocurriendo». Su esposa ya había detectado que algo no iba bien y se había acercado acompañada hasta el lugar del suceso. Temieron por su vida porque cuando llegaron no vieron nada. El vecino de San Vitero ya se había dirigido hacia el monte para protegerse y en busca de ayuda. «Cuando no le vi, me quedé bloqueada, todavía lo estoy. Le queríamos a él, lo demás me daba igual».

La mujer sospechó que algo extraño estaba pasando en el matadero porque su esposo no respondía personalmente al teléfono móvil. «No me cuadraba que otra persona cogiera el móvil»; ni que fuera, como le decía quien contestaba al móvil, un amiguete con el que estaba tomando algo, justo unos minutos después de haberse levantado de la cama para comprobar si pasaba algo en el matadero. «Acabábamos de acostarnos cuando llamaron».

En esta ocasión la mujer decidió esperar al marido en casa, «era pronto cuando nos dieron el aviso, otras veces que ha sonado de madrugada le acompaño por si acaso pasa algo. Menos mal que me quedé en casa porque seguro que habría sido mucho peor».
De acuerdo con este relato, cuando su esposo llegó al recinto industrial, la única preocupación de los ladrones era conocer la clave de la alarma, para desconectarla y evitar que acudiera la Guardia Civil. Ante la violencia con que le trataron, el hombre les dio la contraseña. Luego ya le metieron en el maletero y le dejaron allí. El matrimonio denunció los hechos esa misma madrugada ante la Guardia Civil.
La actividad en el recinto no ha cesado ni el sábado ni ayer, pero resulta imposible comunicar con las instalaciones, puesto que «cortaron la línea de teléfono y todavía no nos la han reparado».

Armados con barras de hierro
Los asaltantes recibieron al dueño del matadero con barras de hierro, con las que «le pinchaban», cuenta su esposa, mientras «le daban puñetazos». En ningún momento exhibieron pistolas o escopetas, como se ha comentado por San Vitero, localidad que se ha visto conmocionada por el suceso. El vecino de San Vitero agredido fue avistado por los delincuentes cuando observó «algo extraño», señala su mujer, «y bajó del coche. Se le cruzaron por detrás y ya no pudo marcharse». Se sospecha que los ladrones llevaban ya rato en las instalaciones. Cuando el propietario llegó «ya habían cargado casi todo lo que se llevaron. Pero venían a por todo», indica la esposa del titular del matadero. Un objetivo que no alcanzaron ante la insistencia de la mujer, que llamaba al móvil de forma continua para hablar con su esposo. Para entrar en las dependencias industriales, «reventaron las cerraduras de puerta de entrada». Nadie les vio abandonar la zona. Se desconoce incluso cuántos vehículos pudieron utilizar para llevar a cabo el robo.
El dueño del matadero no vio nada.

Un robo preparado
Desde la central dan aviso al propietario de uno de los dos mataderos de San Vitero de que la alarma está sonando.
El dueño decide acudir personalmente a las instalaciones. Cuando llega con su vehículo, los ladrones se le cruzan por detrás y le obligan a abandonar su turismo. Unos siete hombres le amenazan con barras de hierro y le golpean con las manos varias veces. Al final le introducen en el maletero de su coche y le abandonan.
La víctima fuerza los asientos traseros de su vehículo para pasar a la parte de atrás del mismo, desde donde logra huir, por una ventanilla, al monte cercano y llegar a la casa de un vecino para pedir auxilio.
La esposa del dueño del matadero sospecha que algo ha sucedido y acude acompañada al lugar, pero ya no ve a su marido. A las llamadas al teléfono móvil del esposo responde un hombre al que no conoce y que se hace pasar por un amigo con el que supuestamente está.
Los ladrones son españoles y, al menos, uno de ellos conocía las instalaciones, puesto que fueron directamente al lugar donde se almacenaban los artículos sustraídos.
Cuando el propietario del negocio llegó llevaban tiempo en el recinto y ya habían cargado la práctica totalidad de la "mercancía" que sustrajeron.

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